Esto hizo que José se ganara la simpatía de su amo, el cual lo hizo su hombre de confianza y le confió la administración de su casa y de todos sus bienes.
Alababan a Dios, y toda la gente los miraba con simpatía. Por su parte, el Señor aumentaba cada día el grupo de los que estaban en camino de salvación.
El Señor bendijo a Ana, que volvió a quedar embarazada y dio a luz tres hijos y dos hijas. Mientras tanto, el joven Samuel iba creciendo junto al Señor.