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Referencias Cruzadas

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1 Samuel 18:10

La Palabra (versión española)

Al día siguiente, el mal espíritu atacó a Saúl que andaba por el palacio fuera de sí. David estaba tocando el arpa, como otros días. Saúl tenía la lanza en la mano

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17 Referencias Cruzadas  

Después de mediodía entraron en éxtasis hasta la hora de la ofrenda. Pero no se oyó ninguna voz, ni hubo respuesta ni reacción alguna.

Y todos los profetas profetizaban lo mismo: —¡Ataca Ramot de Galaad, que tendrás éxito! ¡El Señor la entregará al rey!

Después dijo Ananías ante todos los presentes: —Así dice el Señor: De este modo voy a romper el yugo de Nabucodonosor, rey de Babilonia. Dentro de dos años lo retiraré del cuello de todas las naciones. Entonces el profeta Jeremías se retiró.

Un día, cuando nos dirigíamos al lugar de oración, nos salió al encuentro una joven esclava poseída por un espíritu de adivinación. Las predicciones que hacía reportaban cuantiosas ganancias a sus amos.

Por eso Dios les envía un poder seductor de forma que den crédito a la mentira

Dalila entonces gritó: —¡Sansón! ¡Los filisteos! Se despertó Sansón de su sueño pensando: —Saldré airoso como las otras veces y me los sacudiré de encima. No sabía que el Señor ya no estaba con él.

Y cuando el mal espíritu atacaba a Saúl, David tomaba el arpa y se ponía a tocar. Entonces Saúl se calmaba, se sentía mejor y se le pasaba el mal espíritu.

Y a partir de aquel momento Saúl sintió celos de David.

Entonces intentó clavar a David en la pared con su lanza, pero David esquivó a Saúl y la lanza se clavó en la pared. Y aquella noche David escapó y se puso a salvo.

Entonces Jonatán llamó a David y le contó todo esto. Luego lo llevó ante Saúl y David quedó a su servicio como antes.

Pero el mal espíritu, enviado por el Señor, atacó a Saúl, cuando estaba sentado en su palacio con la lanza en la mano, mientras David tocaba el arpa.

Ruego a mi señor, el rey, que se digne escuchar las palabras de su siervo. Si es el Señor quien te empuja contra mí, se aplacará con una ofrenda; pero si son los hombres, ¡que el Señor los maldiga! Porque hoy me expulsan y me impiden participar en la herencia del Señor, mandándome a servir a otros dioses.




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