Y añadió: —El Señor que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, me librará del poder de ese filisteo. Entonces Saúl le dijo: —Anda y que el Señor te acompañe.
Pero que el Señor me castigue si mi padre ha decidido tu desgracia y no te lo hago saber, para que te pongas a salvo. ¡Que el Señor esté contigo como estuvo con mi padre!