Ahora te ruego que me perdones y que me acompañes para adorar al Señor.
Entonces David se levantó del suelo, se bañó, se perfumó, se cambió de ropa y fue a la casa del Señor para adorarlo. Luego volvió a su casa, pidió que le prepararan de comer y comió.
Os ruego que de nuevo me perdonéis y que roguéis al Señor, vuestro Dios, que aleje de aquí este desastroso castigo.
Samuel le respondió: —No te acompañaré, pues has rechazado la palabra del Señor y el Señor te rechaza como rey de Israel.