Porque os juro por el Señor, el Salvador de Israel, que, aunque se trate de mi hijo Jonatán, tendrá que morir. Pero ninguno de los presentes le respondió.
y a todos les aguarda un mismo destino: al justo y al malvado, al puro y al impuro, al que ofrece sacrificios y al que no los ofrece, tanto al bueno como al pecador, al que jura y al que teme jurar.
Los israelitas terminaron aquel día agotados, pues no habían probado bocado. Y es que Saúl los había juramentado, diciendo: —¡Maldito el que coma algo antes de la tarde, hasta que yo me haya vengado de mis enemigos!
Entonces Saúl dijo a todos los israelitas: —Poneos todos vosotros a un lado, y yo y mi hijo Jonatán nos pondremos al otro. La gente respondió: —Haz lo que te parezca mejor.
Pero mientras el hijo de Jesé siga vivo sobre la tierra, ni tú ni tu reino estaréis seguros. Así que manda a capturármelo, porque está condenado a muerte.