En tres días se reunieron todos los hombres de Judá y Benjamín en Jerusalén. Era el día veinte del noveno mes cuando se sentó todo el pueblo en la plaza del Templo de Dios, temblando por el asunto a tratar y por la lluvia que caía.
reconociendo el gran poder desplegado por el Señor contra los egipcios. El pueblo veneró al Señor y depositó su confianza en él y en Moisés, su siervo.
Fue aquel mismo día, el día en que el Señor entregó a los amorreos en manos de los israelitas, cuando Josué se dirigió al Señor, en presencia de Israel, y dijo: «Detente, sol, en Gabaón, y tú, luna, sobre el valle de Ayalón».
Aquel día el Señor engrandeció a Josué a la vista de todo Israel; y lo mismo que habían respetado a Moisés, respetaron también a Josué durante toda su vida.