se presentó ante Asá y le dijo: —Escuchadme, Asá y todo Judá y Benjamín: Dios estará con vosotros mientras vosotros estéis con él; y si lo buscáis, se dejará encontrar; pero si lo abandonáis, también él os abandonará.
El Señor ha sido justo, pues me opuse a su mandato. Escuchadme, pueblos todos, y contemplad mi dolor: mis jóvenes y doncellas se marcharon al destierro.
Si abandonáis al Señor para rendir culto a dioses extranjeros, él a su vez, después de haberos hecho tanto bien, os acarreará el mal y acabará con vosotros.
En todas sus campañas el Señor se les ponía en contra haciendo que fracasaran tal como el Señor se lo tenía dicho y jurado. Los puso así en gran aprieto.
Pero ellos olvidaron al Señor su Dios y él los entregó en poder de Sísara, general del ejército de Jasor, y en poder de los filisteos y del rey de Moab, que lucharon contra ellos.
Pero, nada más trasladarla, el Señor castigó a la ciudad e hizo cundir el pánico, pues hirió a sus habitantes, pequeños y grandes, y les salieron tumores.