ya que habéis gustado la bondad del Señor.
¿Quién es el rey de la gloria? El Señor valeroso y aguerrido, el Señor adalid de la guerra.
Sentid y ved qué bueno es el Señor, feliz todo el que en él confía.
Me saciaré de aceite y de grasa, te ensalzará mi boca con gozo.
En ti confían los que conocen tu nombre pues tú, Señor, no abandonas a quien te busca.
Un manzano entre árboles silvestres es mi amado entre los mozos. Me gusta sentarme a su sombra, paladear su dulce fruta.
¡Qué felicidad y qué hermosura! El pan hará florecer a los muchachos y el vino nuevo a las muchachas.
Pero ahora se han hecho patentes la bondad y el amor que Dios, nuestro Salvador, tiene a los seres humanos.