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Referencias Cruzadas

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1 Juan 3:21

La Palabra (versión española)

Pero si la conciencia no nos acusa, queridos, crece nuestra confianza en Dios

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17 Referencias Cruzadas  

el Todopoderoso será tu delicia, mirarás a Dios con confianza.

Me aferro a mi honradez, sin soltarla, sin reprocharme ninguno de mis días.

quiero aprender la senda de los rectos, ¿cuándo vendrás a mí? Actuaré rectamente en medio de mi casa,

La fe bien formada que tú tienes, resérvala para tus relaciones personales con Dios. ¡Dichoso el que puede tomar una decisión sin angustias de conciencia!

Es cierto que no me remuerde la conciencia, pero no por ello me considero inocente. Quien me juzga es el Señor.

Si de algo nos sentimos orgullosos es de que la conciencia nos asegura que nuestro comportamiento con todo el mundo, y particularmente con vosotros, ha estado presidido por la sencillez y la franqueza que Dios inspira; es decir, ha sido fruto del favor divino y no del humano saber.

gracias a él y mediante la fe, podemos acercarnos a Dios libre y confiadamente.

Es, pues, mi deseo que en cualquier circunstancia los varones eleven una oración pura, libre de odios y altercados.

Acerquémonos, pues, con un corazón sincero y lleno de fe, con una conciencia purificada de toda maldad, con el cuerpo bañado en agua pura.

Acerquémonos, pues, llenos de confianza a ese trono de gracia, seguros de encontrar la misericordia y el favor divino en el momento preciso.

En resumen, hijos míos, permaneced unidos a Cristo, para que cuando se manifieste tengamos absoluta confianza, en lugar de sentirnos abochornados al ser apartados de él en el día de su gloriosa venida.

Queridos, el mandamiento sobre el que os escribo no es nuevo, sino antiguo, pues lo tenéis desde el principio y es la palabra que escuchasteis.

Ahora, queridos, somos hijos de Dios, aunque todavía no se ha manifestado lo que hemos de ser. Pero sabemos que el día en que se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.

que si alguna vez nos acusa la conciencia, Dios es más grande que nuestra conciencia y conoce todas las cosas.

Nuestro amor alcanza su más alto nivel de perfección cuando, al compartir nosotros ya en este mundo la condición de Cristo, nos hace esperar confiados el día del juicio.

Tenemos plena confianza en que, si algo pedimos a Dios tal y como él quiere, nos atenderá.




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