Cuidad de vosotros mismos y de todo el rebaño sobre el que os ha puesto el Espíritu Santo como vigilantes. Pastoread la Iglesia que el Señor adquirió con el sacrificio de su propia vida.
y haced del amor la norma de vuestra vida, pues también Cristo nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros como ofrenda y sacrificio de olor agradable a Dios.
Y aunque tuviera que sufrir el martirio como ofrenda sacrificial en favor de vuestra fe, me sentiría dichoso compartiendo con todos vosotros mi alegría;
Sentíamos tal cariño por vosotros que estábamos dispuestos a entregaros no solo el evangelio de Dios, sino incluso nuestra propia vida. ¡Hasta ese punto había llegado nuestro amor!
Cargando sobre sí nuestros pecados, los llevó hasta el madero para que nosotros muramos al pecado y vivamos con toda rectitud. Habéis sido, pues, sanados a costa de sus heridas.
También Cristo murió por los pecados, una vez por todas, el inocente por los culpables, para conduciros a Dios. Como mortal, sufrió la muerte; como espiritual fue devuelto a la vida.
y de parte de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de los resucitados y el dominador de todos los reyes de la tierra. Al que nos ama y nos ha liberado con su muerte de nuestros pecados,
Y cantaban a coro este cántico nuevo: —Digno eres de recibir el libro y romper sus sellos, porque has sido degollado y con tu sangre has adquirido para Dios gentes de toda raza, lengua, pueblo y nación,