Y acontecerá que en aquel día tornará el Señor la segunda vez a extender su mano para recobrar los restos de su pueblo que aun quedaren, de Asiria, y de Egipto, y de Patros, y de Cus, y de Elam, y de Sinar, y de Hamat, y de las islas del mar.
¡En aquel tiempo será traído un presente a Jehová de las Ejércitos, de parte de un pueblo tirado y despojado, de un pueblo terrible desde su principio y en adelante; nación medida y hollada, cuya tierra dividen los ríos, al lugar del Nombre de Jehová de los Ejércitos, al Monte de Sión!
Porque desde el nacimiento del sol hasta donde se pone, mi Nombre ha de ser grande entre las naciones; y en todo lugar se ofrecerá a mi Nombre incienso y ofrenda limpia: porque grande será mi Nombre entre las naciones, dice Jehová de los Ejércitos.
Entonces los judíos decían entre sí: ¿A dónde irá este hombre, para que no le podamos hallar? ¿Irá por ventura a los dispersados entre los gentiles, y enseñará a los gentiles?
Y levantándose, se fué: y he aquí un hombre de Etiopía, eunuco, valido de Candace, reina de los Etíopes, y superintendente de todo su tesoro, el cual había ido a Jerusalem para adorar;
para que yo fuese ministro litúrgico de Cristo Jesús, con respecto a los gentiles, ministrando, a manera de sacerdote, el evangelio de Dios; para que la presentación de los gentiles en sacrificio a Dios, le sea acepta, siendo santificada por el Espíritu Santo.