¡Aullad, oh pastores, y clamad; y revolcaos en ceniza, oh mayorales del rebaño! porque cumplidos son los días determinados para vuestro degüello; y os dispersaré, y caeréis como un vaso precioso.
¡Clama y aúlla, oh hijo del hombre, porque ella viene contra mi pueblo! ¡ella viene contra todos los príncipes de Israel! ¡entregados a la espada están juntamente con mi pueblo! date pues con tu mano golpes en el muslo.
Pues he aquí que ellos se han ido de una tierra desolada; Egipto los recogerá; Memfis les dará sepultura: las ortigas poseerán los lugares preciosos de su plata; crecerán espinos en sus habitaciones.
¡Ceñíos de saco y plañid, oh sacerdotes! ¡aullad, vosotros ministros del altar! ¡venid, yaced toda la noche en sacos, vosotros los ministros de mi Dios! ¡porque la ofrenda vegetal y las libaciones han sido apartadas de la Casa de Jehová!
¡Ay de los habitantes de la costa del mar, la nación de los Kereteos! El oráculo de Jehová está contra ti, oh Canaán, tierra de los Filisteos; te destruiré de modo que no haya en ti más habitante.
Más aún, toda olla en Jerusalem y en Judá será santa a Jehová de los Ejércitos; de manera que todos los que ofrecieren sacrificios vendrán y tomarán de ellas, y cocerán en ellas: y no habrá más traficante en la Casa de Jehová de los Ejércitos, en aquel día.