A lo cual le respondió el redentor: Pues yo no podré redimirlo para mí, no sea que dañe mi propia herencia. Redime tú para ti lo que yo debiera redimir; porque no puedo redimirlo.
Cuando se empobreciere tu hermano, y vendiere algo de su posesión, vendrá su redentor, el pariente suyo más cercano, y redimirá lo que hubiere vendido su hermano.
Mas si el hombre no quisiere tomar a su cuñada, subirá su cuñada a la puerta de la ciudad, a los ancianos, y dirá: Rehusa mi cuñado hacer perpetuar el nombre de su hermano en Israel; no quiere cumplir conmigo el deber de levirato.
su cuñada se acercará a él, en presencia de los ancianos, y le quitará el calzado del pie, y le escupirá en la cara, y responderá, diciendo: ¡Así y así se ha de hacer al hombre que no quiere edificar la casa de su hermano!
Entonces dijo Noemí a su nuera: ¡Bendito sea él de Jehová! porque nunca ha desistido de su benevolencia para con los vivos, ni para con los muertos. Le dijo además Noemí: Pariente cercano nuestro es ese hombre; uno de nuestros redentores es.
Pasa tranquila la noche, y será que por la mañana si él quiere redimirte, sea en hora buena; que redima él: mas si él no quisiere redimirte, entonces te redimiré yo; ¡vive Jehová! Acuéstate hasta por la mañana.