¡APIÁDATE de mí, oh Dios, apiádate de mí; porque en ti se ha refugiado mi alma! ¡y bajo la sombra de tus alas me ampararé, hasta que pasen estas calamidades!
Así dice Jehová: Detén tu voz, para que no siga en los lamentos, y tus ojos, para que no lloren más; porque será premiado, tu trabajo, dice Jehová; pues ellos volverán de la tierra del enemigo:
¡Jerusalem! ¡Jerusalem! que matas a los profetas, y apedreas a los que son enviados a ti, ¡cuántas veces quise recoger a tus hijos, como la gallina recoge sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!
GUARDAOS de hacer vuestra justicia delante de los hombres, con el fin de ser mirados por ellos: de otra manera no tenéis galardón de vuestro Padre que está en los cielos.
Vosotros, al contrario, amad a vuestros enemigos, y haced bien y prestad, no esperando de ello nada; y será grande vuestro galardón, y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y los malos.
Nadie os defraude de vuestro premio, complaciéndose en una humildad exagerada y culto de los ángeles; entremetiéndose en cosas que nunca vió, hinchado vanamente por su ánimo carnal;
de ahora en adelante me está reservada la corona de justicia, que me dará el Señor, el justo Juez, en aquel día; y no solo a mí, sino a todos los que aman su aparecimiento.
Pero sin fe es imposible agradarle; porque es preciso que el que viene a Dios, crea que existe, y que se ha constituído remunerador de los que le buscan.
porque no es injusto Dios, para olvidarse de vuestra obra, y del amor que habéis mostrado hacia su nombre, en haber asistido a los santos en sus necesidades, y en asistirlos aún.
A lo cual le dijo Rut: No te empeñes conmigo para que te deje, ni que me vuelva de en pos de ti: porque a dondequiera que tú fueres, iré yo; y en donde morares, moraré yo; tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios:
Mas Booz le respondió, diciendo: Muy por menudo se me ha referido cuanto has hecho para con tu suegra, después de la muerte de tu marido; y cómo has dejado a tu padre y a tu madre y la tierra de tu nacimiento, y has venido a un pueblo que nunca conociste antes.
A lo que ella respondió: ¡Halle yo gracia en tus ojos, señor mío! porque me has consolado, y porque has hablado cariñosamente a tu sierva; aunque yo no sea como una de estas tus siervas.
Porque cuando un hombre halla desprevenido a su enemigo, ¿le dejará seguir su camino sano y salvo? Por lo mismo Jehová te galardone con bien por aquello de este día que has hecho conmigo.