Al insensato no le está bien una lengua facunda; ni menos al príncipe una lengua mentirosa.
Dijo el Dios de Israel, me habló la Roca de Israel, diciendo: El que gobierna entre los hombres debe ser justo, gobernando en el temor de Dios.
Y ciertamente Dios no hará maldad, ni el Todopoderoso pervertirá la justicia.
¡Enmudezcan los labios mentirosos, que hablan contra el justo insolencias, con soberbia y desprecio!
Los labios veraces permanecerán estables para siempre; mas sólo por un momento la lengua mentirosa.
Abominación a Jehová son los labios mentirosos; pero los que obran con honradez son su deleite.
La vida regalada no está bien al insensato; mucho menos al siervo tener dominio sobre príncipes.
Cosa demasiado alta para el necio es la sabiduría: en el tribunal no abre su boca.
COMO la nieve en el verano, y como la lluvia en la siega, así tampoco le conviene al insensato la honra.
Las piernas del cojo penden inútiles; así es una sentencia sabia en boca de los insensatos.
Cuando un gobernante atiende a las palabras mentirosas, todos sus servidores vienen a ser inicuos.
Los ojos altivos, la lengua mentirosa, y las manos que derraman la sangre inocente;
¡Hipócrita! echa fuera primero la viga de tu ojo, y entonces verás claramente para echar fuera la paja del ojo de tu hermano.