He aquí tu siervo ha hallado gracia en tus ojos, y has engrandecido tu misericordia de que has usado conmigo en salvar mi vida; mas yo no puedo escapar a la montaña, no sea que me alcance el mal, y muera.
Con lo cual cayó Joab en tierra sobre su rostro, e hizo reverencia, y bendijo al rey; y dijo Joab: ¡Hoy sabe tu siervo que ha hallado gracia en tus ojos, oh rey, señor mío; por lo mismo que ha otorgado el rey la petición de su siervo!
Y fué así que como el rey viese a la reina Ester, de pie en el atrio, ella halló gracia en sus ojos; y extendió el rey hacia Ester el cetro de oro que tenía en la mano. Entonces acercóse Ester y tocó la punta del cetro.
Y dijo Josué: ¡Ay, Señor, Jehová! ¿por qué has hecho que pase este pueblo el Jordán, para entregarnos en mano de los Amorreos, para destruirnos? y ¡ojalá hubiéramos sido contentos en quedarnos de la otra parte del Jordán!
Ella entonces cayó sobre su rostro, postrándose en tierra, y le dijo: ¿Por qué he hallado gracia en tus ojos, para que hagas caso de mí, extranjera como soy?
David empero volvió a jurárselo y dijo: Muy bien sabe tu padre que yo he hallado gracia en tus ojos, y ha dicho consigo mismo: Nada sepa Jonatán de esto, no sea que se aflija; pero indudablemente, ¡por vida de Jehová, y por la vida tuya, que no hay más de un paso entre mí y la muerte!