Él entonces contestó: Yo ví a todo Israel disperso por las montañas, como ovejas que no tienen pastor; y dijo Jehová: Éstos no tienen señor; vuelvan ellos cada cual a su casa en paz.
Con lo cual dijo Micaya: Por lo mismo, oye tú el oráculo de Jehová: Yo ví a Jehová sentado sobre su trono, y a todos los ejércitos celestiales que estaban al rededor de él, a su diestra y a su siniestra.
Entonces Jehová quitó el velo de los ojos de Balaam, de modo que vió al Ángel de Jehová puesto de pie en mitad del camino, con su espada desenvainada en la mano; e inclinó la cabeza y postróse sobre su rostro.
Entonces Balaam entonó su canción, y dijo: Desde Aram me ha traído Balac, el rey de Moab, desde las montañas de Oriente, diciendo: ¡Ven, maldíceme a Jacob, y, ven, derrama tus imprecaciones sobre Israel!
dice el que oye los dichos de Dios, y entiende la ciencia del Altísimo, aquel que ve visión del Todopoderoso, caído en éxtasis, y que tiene quitado el velo de los ojos: