Y el Ángel de Jehová pasó adelante otra vez aún, y se puso en un lugar tan estrecho que no había espacio para ladearse ni a la derecha ni a la izquierda.
Jehová, tu mano está alzada, mas ellos no ven: verán empero con vergüenza tu celo por tu pueblo; y el fuego devorará a tus contrarios.
Por tanto, he aquí que voy a cerrar su camino con espinos; y a ella la cercaré con una pared, de modo que no pueda hallar sus senderos.
Y cuando el asna vió al Ángel de Jehová, apretóse contra la pared, y apretó el pie de Balaam contra la pared; y él volvió a darle de palos.
Y como viese el asna al Ángel de Jehová, cayó en tierra debajo de Balaam. Encendióse entonces la ira de Balaam, e hirió al asna con su báculo.