Y dijo Dios a Abram: Sabe con toda seguridad que tu simiente será extranjera en tierra ajena, donde los reducirán a servidumbre y los oprimirán hasta cuatrocientos años.
Y aconteció que al séptimo día murió el niño: y los siervos de David temieron avisarle que había muerto el niño, porque decían: He aquí que le hablábamos estando el niño todavía vivo, y no escuchó nuestra voz; ¿cómo pues le hemos de decir que ha muerto el niño? puede ser que le cause algún daño.
Y los capataces de los hijos de Israel, a quienes los sobrestantes de Faraón habían puesto sobre ellos, eran apaleados, diciéndoseles: ¿Por qué no habéis acabado vuestra tarea de ladrillos como antes, ni ayer ni hoy?
¿Por ventura te parece poca cosa el que nos hayas hecho subir de una tierra que mana leche y miel, para hacernos morir en este desierto, para que quieras también hacerte señor absoluto de nosotros?
Este rey usando de astucia con nuestra raza, maltrató a nuestros padres, para hacer que sus niños recién nacidos pereciesen a fin de que no se propagara la raza.