Y sucedió que cuando Faraón hubo enviado al pueblo, no le condujo Dios por el camino de la tierra de los Filisteos, porque estaba cerca; pues dijo Dios: No sea que se arrepienta el pueblo al ver la guerra, y se vuelva a Egipto;
También vimos allí a los gigantes, hijos de Anac, de la raza de los gigantes: y éramos nosotros a nuestros propios ojos como langostas; y así también éramos a los ojos de ellos.
Y murmuraron contra Moisés y contra Aarón todos los hijos de Israel; y les decía toda la Congregación: ¡Ojalá hubiéramos muerto en la tierra de Egipto! u ¡ojalá hubiéramos muerto en este desierto!
Y cuando os envió Jehová desde Cades-barnea, diciendo: Subid, poseed la tierra que os he dado, os rebelasteis contra el mandamiento de Jehová vuestro Dios, y no le creisteis, ni escuchasteis su voz.