Al ruido de las patadas de sus fuertes corceles, al estruendo tumultuoso de sus carros de guerra, al rugido sordo de sus ruedas, los padres no vuelven ya la cara hacia sus hijos, por debilidad de manos;
Saltan sobre las cumbres de las serranías, con un ruido semejante al estruendo de los carros de guerra; como el ruido de llamas de fuego que devora la hojarasca; como pueblo fuerte, puesto en orden de batalla.