Estaban también sobre los peones de carga, y eran directores de todos los que hacían la obra, en cualquiera clase de oficio. De los levitas había también escribas y magistrados y porteros.
Asimismo todos los príncipes de los sacerdotes y el pueblo se portaron muy deslealmente contra Dios, obrando según las abominaciones de los paganos; y contaminaron la Casa de Jehová, la cual él había santificado para sí en Jerusalem.
¶Entonces Esdras se levantó, y juramentó a los príncipes de los sacerdotes, los levitas y todo Israel, que harían de acuerdo con esta palabra. Y ellos juraron.
este Esdras subió de Babilonia a Jerusalem; y era hábil escriba de la ley de Moisés, que había dado Jehová, el Dios de Israel; y el rey le había concedido, según era buena la mano de Jehová sobre él, todo cuanto pidió.
Porque los labios del sacerdote han de guardar la ciencia, y de sus labios los hombres deben buscar la ley; porque mensajero es de Jehová de los Ejércitos.
Él, pues, les dijo: Por tanto todo escriba admitido como discípulo en el reino de los cielos, es semejante a un padre de familias, que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas.
Y cuando los jefes de los sacerdotes y los escribas vieron las maravillas que él hacía, y a los niños que aclamaban en el Templo, diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! se indignaron mucho;
¶Y llegado que hubo al Templo, los jefes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo vinieron a él, mientras enseñaba, y le dicen: ¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿y quién te ha dado esta autoridad?
¶Y mientras aun hablaba, he aquí que Judas, uno de los doce, vino; y con él una gran multitud, con espadas y palos, por parte de los jefes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo.
Y comenzó a enseñarles que era menester que el Hijo del hombre padeciese muchas cosas, y fuese desechado por los ancianos, y los jefes de los sacerdotes, y los escribas, y que fuese muerto, y que resucitase después de tres días.
Y los escribas y los jefes de los sacerdotes procuraban echarle mano en aquella misma hora; mas temieron al pueblo: porque percibieron que contra ellos había dicho esta parábola.
Judas entonces, habiendo recibido la cohorte de soldados romanos, y algunos alguaciles de parte de los sumos sacerdotes y de los fariseos, viene allí con linternas, y antorchas, y armas.
Y levantóse una gritería grande: y poniéndose en pie algunos de los escribas del partido de los fariseos, contendieron, diciendo: ¡No hallamos ningún mal en este hombre! ¿Y qué hay si un espíritu o un ángel le haya hablado?