¡Venid pues, y arguyamos juntos, dice Jehová! ¡Aunque vuestros pecados fuesen como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; aunque fuesen rojos como el carmesí, como lana quedarán!
¶Yo estaba mirando hasta que fueron puestos tronos; y El Anciano de días se sentó, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el cabello de su cabeza como lana purísima; llamas de fuego era su trono, y las ruedas de éste un fuego abrasador.
Y Cornelio dijo: Hace cuatro días que estaba yo ayunando hasta esta hora: y a la hora de nona, estaba orando en mi casa, cuando, he aquí, un varón se me puso delante, en vestiduras resplandecientes,
para que comáis carne de reyes, y carne de tribunos, y carne de valientes, y carne de caballos y de los que se sientan sobre ellos, y carne de los de toda clase, así libres como esclavos, así pequeños como grandes!
Y yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Éstos son los que salen de la grande tribulación, y lavaron sus ropas, y las emblanquecieron en la sangre del Cordero.
¶Después de esto, miré, y he aquí una grande muchedumbre, que nadie podía contar, de entre todas las naciones, y las tribus, y los pueblos, y las lenguas, que estaban de pie ante el trono y delante del Cordero, revestidos de ropas blancas, y teniendo palmas en sus manos;