Entonces contestó David: ¿Qué tengo yo que ver con vosotros, hijos de Sarvia, para que os pongáis hoy por adversarios míos? ¿Acaso ha de morir hombre alguno hoy en Israel? ¿pues no acabo de saber que hoy mismo soy hecho rey sobre Israel?
Pero él le dijo: Como suele hablar cualquiera de las insensatas, has hablado tú. ¿Qué? ¿aceptaremos el bien de parte de Dios, y el mal no lo hemos de aceptar? En todo esto no pecó Job con sus labios.
Mas él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Apártate de mi vista, Satanás! ¡de tropiezo me sirves: porque no piensas en lo que es de Dios, sino en lo que es de los hombres!
Y viendo esto sus discípulos Santiago y Juan, dijeron: Señor, ¿quieres que mandemos que baje fuego del cielo, que los consuma, como también lo hizo Elías?
no volviendo mal por mal, ni ultraje por ultraje, sino al contrario, bendiciendo a vuestros enemigos; porque para esto mismo fuisteis llamados, para que heredaseis bendición.