Ningún siervo puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o será adicto al uno, y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al Dinero.
Por lo cual os hago saber que nadie, hablando por el Espíritu de Dios, dice: Jesús es anatema; y ninguno puede decir: Jesús es el Señor, sino por el Espíritu Santo.