Pero en tanto que se acercaba el muchacho, el demonio le derribó, y arrojóle en convulsiones. Pero Jesús reprendió al espíritu inmundo, y sanó al muchacho; y sedo volvió a su padre.
Y se lo trajeron. Mas al verle, en el acto el espíritu arrojó al muchacho en convulsiones, el cual, cayendo en tierra, se revolcaba, echando espumarajos.
y he aquí que un espíritu le toma, y él de repente da voces; y le arroja en convulsiones, haciéndole echar espumarajos; y a duras penas se aparta de él, después de estropearle.
Por tanto ¡regocijaos, oh cielos, y los que habitáis en ellos! iMas ay de la tierra y del mar; porque el diablo ha descendido a vosotros, teniendo grande ira, sabiendo que tiene ya muy poco tiempo!