¶Y habiendo regresado los apóstoles, le declararon cuantas cosas habían hecho. Y él tomándolos consigo, se retiró aparte a un lugar desierto, que pertenecía a una ciudad llamada Betsaida.
¡Ay de ti, Corazín! ¡ay de ti, Bethsaida! porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en vosotras, ya ha mucho que se hubieran arrepentido en cilicio y ceniza.
¶Obedeced a los que tienen el gobierno de vosotros, y someteos a ellos; porque velan por vuestras almas, como los que han de dar cuenta a Dios; a fin de que lo hagan con gozo, y no con pesadumbre; porque esto os sería desventajoso.