Mas él dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado: véte en paz.
¶Véte pues; come tu pan con regocijo, y bebe tu vino con alegre corazón: puesto que ya ha mucho que Dios se complace en tus obras.
¡Pero he aquí al ensoberbecido! su alma no es recta en él: el justo empero por su fe vivirá.
Pero volviéndose Jesús, y viéndola, dijo: Ten ánimo, hija; tu fe te ha sanado. Y la mujer quedó sana desde aquella hora.
Y Jesús le dijo: Véte; tu fe te ha sanado. Y al instante recuperó la vista, y le seguía en el camino.
Mas él le dijo: Hija, tu fe te ha sanado; véte en paz, y queda sana de tu azote:
Y le dijo: Levántate, véte; tu fe te ha sanado.
Y Jesús le dijo: Recibe la vista; tu fe te ha sanado.
Y cuando Jesús oyó esto, maravillóse de él; y volviéndose al gentío que le seguía, dijo: Os digo, que ni aun en Israel he hallado fe tan grande.
Mirad, pues, cómo oís; porque al que tiene, le será dado; y al que no tiene, aun lo que parece tener le será quitado.
porque tenía una hija única, como de doce años, que se estaba muriendo. Pero mientras iba Jesús, el tropel de gente le apretaba.
Y él le dijo: Hija, tu fe te ha sanado; véte en paz.
Entonces respondió Elí y dijo: Véte en paz; y el Dios de Israel te conceda la merced que le has pedido.