Y viendo Jesús que había respondido juiciosamente, le dijo: No estás lejos del reino de Dios. Ya nadie de allí en adelante osaba hacerle más preguntas.
Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: ¿ves a esta mujer? Yo entré en tu casa, y no me diste agua para mis pies; mas ésta ha regado mis pies con lágrimas, y los ha limpiado con sus cabellos.