Acercóse entonces Sedequías hijo de Canaana, y dándole a Micaya una bofetada, le dijo: ¿Por dónde pasó el Espíritu de Jehová de mí, para hablar contigo?
Ahora pues, es ya una culpa grave entre vosotros, el que tengáis pleitos unos contra otros. ¿Por qué no sufrís antes la injusticia? ¿por qué antes no permitís que seáis defraudados?
Porque no solamente os compadecisteis de los que estaban entre prisiones, sino que aceptasteis gozosamente la rapiña de vuestras posesiones, conociendo que tenéis para vosotros mismos, en el cielo, una posesión más excelente y duradera.