E hicieron señas a los compañeros que estaban en la otra barca, que viniesen a ayudarles. Y llegándose ellos, llenaron ambas barcas, de manera que se iban anegando.
Si vieres caído debajo de su carga el asno del que te aborrece, y quisieres negarte a descargarle, indispensablemente tú le descargarás, juntamente con el dueño.
Y te ruego a ti también, fiel compañero de yugo, que ayudes en ello a estas mujeres, las cuales trabajaron conmigo en el evangelio, con Clemente también, y los demás de mis colaboradores, cuyos nombres están en el libro de la vida.