Demonios también salían de muchos, clamando y diciendo: ¡Tú eres el Hijo de Dios! Mas él, reprendiéndoles, no les permitía hablar; porque sabían que era él el Cristo.
Mas Jesús callaba. Y el sumo sacerdote le dijo: ¡Te conjuro por el Dios vivo, que nos digas, si eres tú el Cristo, el Hijo de Dios!
Y acercándose el tentador, le dijo: Si Hijo eres de Dios, manda que estas piedras se hagan panes.
Y cuando era la tarde, le trajeron muchos endemoniados; y echó fuera los demonios con una palabra; y sanó a todos los que tenían algún mal:
Y, he aquí, clamaron, diciendo: ¿Qué tenemos nosotros que ver contigo, oh Hijo de Dios? ¿viniste acá para atormentarnos antes de tiempo?
Y le dijo Jesús: Mira, no lo digas a nadie, sino vé, muéstrate al sacerdote, y presenta la ofrenda que mandó Moisés, para que les conste.
Y reprendióle Jesús, diciendo: ¡Enmudece, y sal de él!
¶y por la tarde, cuando se puso el sol, le traían todos los que estaban enfermos, y los endemoniados;
¶Y sanó a muchos que estaban enfermos de diversas dolencias, y echó fuera muchos demonios; y no dejaba hablar a los demonios, porque le conocían.
Los espíritus inmundos también, siempre que le veían, caían en tierra delante de él, y gritaban, diciendo: ¡Tú eres el Hijo de Dios!
E inclinóse sobre ella, y reprendió a la fiebre, y la fiebre la dejó; y ella, levantándose al instante, les servía,
éstas empero han sido escritas, para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios; y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.
Tú crees que Dios es uno solo. Bien haces: también los demonios lo creen, y tiemblan.