El Hijo del hombre se va en verdad, como está escrito de él; mas ¡ay de aquel hombre por quien es entregado el Hijo del hombre! bueno le fuera al tal hombre si nunca hubiera nacido.
Por fin, apareció a los once mismos, estando ellos sentados a comer, y les afeó su incredulidad y dureza de corazón, por cuanto no habían creído a los que le habían visto resucitado.