Y todas las multitudes que se habían juntado para presenciar este espectáculo, cuando vieron las cosas que habían acontecido, se volvieron, dándose golpes de pecho.
Ciertamente después que me volví de ti, me he arrepentido, y después que fuí, me herí el muslo; estoy avergonzado y también confundido, porque llevo el oprobio de mi juventud.
Mas el publicano, estando en pie allá lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo; sino que se daba golpes de pecho, diciendo: ¡Dios, ten misericordia de mí, pecador!