¶Comenzó entonces a decir al pueblo esta parábola: Un hombre plantó una viña, y la arrendó a labradores, y se fué al extranjero por largo tiempo.
Y yo te había plantado vid escogidísima, toda ella de buen veduño; ¿cómo pues te me has convertido en sarmientos degenerados de una vid extraña?
¶Porque es el caso como de un hombre que yéndose al extranjero, llamó a sus propios siervos, y les entregó sus bienes:
Dijo pues: Cierto hombre de ilustre nacimiento partió para un país lejano, a recibir para sí un reino, y volver.
Y al tiempo envió un siervo a los labradores, para que le diesen del producto de la viña: mas los labradores le apalearon, y le enviaron con las manos vacías.
Y Jesús les dijo a ellos: Ni yo tampoco os digo con qué autoridad hago estas cosas.
¶Jueces y magistrados pondrás para ti en todas tus ciudades que Jehová tu Dios te da, en tus tribus; los cuales juzgarán al pueblo con justo juicio.