mas sucedió que cuando llegamos a la posada, abrimos nuestros costales, y he aquí el dinero de cada uno en la boca de su costal; nuestro dinero en su peso cabal; y lo hemos vuelto a traer en nuestra mano;
Porque conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que, siendo él rico, por vuestra causa se hizo pobre, para que vosotros, por medio de su pobreza, llegaseis a ser ricos.