¡Oíd el oráculo de Jehová, los que reverenciáis su palabra! Vuestros hermanos que os odian, y que os han echado fuera a causa de mi nombre, dicen: ¡Sea glorificado Jehová! mas él aparecerá para gloria vuestra, y ellos serán avergonzados.
Luego mirará el sacerdote al llagado en el día séptimo; y si viere que no ha cundido la tiña, ni hay en ella pelo amarillento, ni parece la tiña estar más hundida que la piel,
Y Jesús les dijo: Vosotros sois los que os justificáis delante de los hombres; pero Dios conoce vuestros corazones; porque lo que entre los hombres es ensalzado es abominación a la vista de Dios.
El fariseo se puso en pie, y oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias que no soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni siquiera como este publicano.
Mas al ver esto el fariseo que le había convidado, habló dentro de sí, diciendo: Éste, si fuera profeta, hubiera conocido quién y qué tal es la mujer que le toca; porque es pecadora.