Porque el marido no creyente es santificado en su mujer, y la mujer no creyente es santificada en su marido: de otra suerte vuestros hijos serían inmundos; mas ahora son santos.
Congregarás el pueblo, los hombres, y las mujeres, y los niños, y el extranjero que habita dentro de tus puertas, para que oigan y aprendan, y así teman a Jehová vuestro Dios, y guarden las palabras de esta ley para cumplirlas;