y la provisión de su mesa, y cómo se sentaban sus siervos, y la asistencia de sus ministros y sus trajes, y sus coperos, y la subida por donde él pasaba a la Casa de Jehová, no quedó en ella más aliento;
Oye pues la súplica de tu siervo y de tu pueblo Israel, cuando oraren en este lugar: sí, oye tú desde el lugar de tu morada, el cielo; y cuando oyes, perdona.
Vuelve, y di a Ezequías, caudillo de mi pueblo: Así dice Jehová, el Dios de David tu padre: He oído tu oración, he visto tus lágrimas; he aquí que te voy a sanar: al tercer día subirás a la Casa de Jehová.