y clamando, dijo: ¡Padre Abraham, ten piedad de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua: porque estoy angustiado en esta llama!
Dad, pues, frutos propios de arrepentimiento; y no comencéis a decir dentro de vosotros mismos: A Abraham tenemos por padre; porque yo os digo, que puede Dios, aun de estas piedras, levantar hijos a Abraham.