Pero Marta se afanaba en muchos servicios; y presentándose de repente, dijo: Señor ¿no se te da nada que mi hermana me ha dejado sola para servir? Dile, pues, que me ayude.
Y cuando era la tarde, los discípulos vinieron a él, diciendo: El lugar es desierto, y la hora ya ha pasado; despide las gentes, para que se vayan a las aldeas y compren para sí alimentos.
Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento que dura para vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a éste le selló el Padre, Dios.