¶Entonces yo dije: ¡Ah Jehová, Señor! ¡he aquí que mi alma nunca ha sido contaminada, ni he comido cosa mortecina, ni destrozada por fieras desde mi mocedad hasta ahora; ni carne abominable jamás ha entrado en mi boca!
¶También todo aquel que comiere cosa mortecina, o despedazada por fieras, sea de los de vuestra nación o de los extranjeros, lavará sus vestidos, y a sí mismo se lavará con agua, y quedará inmundo hasta la tarde; después estará limpio.
No comeréis ninguna cosa mortecina; al extranjero que habitare dentro de tus puertas la podréis dar, y él la comerá; o la podréis vender a uno de tierra extraña; porque eres tú un pueblo santo a Jehová tu Dios. No guisarás el cabrito en la leche de su misma madre.