¶Esta es la ley: Cuando un hombre muriere en una tienda, todos los que entraren en la tienda, y todos los que estuvieren en la tienda, quedarán inmundos siete días.
Ni aun por su padre, ni por su madre, ni por su hermano, ni por su hermana se ha de contaminar, cuando ellos murieren; porque la consagración de su Dios está sobre su cabeza.
Por tanto, nosotros de ahora en adelante, no conocemos a nadie según la carne: y aunque hayamos conocido a Cristo según la carne, ahora empero no le conocemos más así.
el cual dijo de su padre y de su madre: No los he visto: ni a sus hermanos conoció, y de sus mismos hijos no hizo caso: porque guardaron tus dichos, y sobre tu pacto vigilaron.