Y contestó el Ángel de Jehová a Manoa: De todo lo que dije a la mujer, guárdese ella.
Y apareciósele el Ángel de Jehová en una llama de fuego, en medio de una zarza; pues él miró, y he aquí una zarza que ardía en fuego, y la zarza no se consumía.
Entonces Manoa se levantó, y fué tras su mujer, y vino al varón, y le dijo: ¿Eres tú el hombre que hablaste con esta mujer? Y contestó: Yo soy.
Y dijo Manoa: Y bien, cuando se verifiquen tus palabras, ¿cuál ha de ser el régimen del muchacho y lo que se le ha de hacer?
Y ahora ruégote que te guardes de beber vino y licor fermentado, y de comer cosa inmunda;