Y los sitiadores vieron a un hombre que salía de la ciudad, y le dijeron: Muéstranos, te rogamos, por donde entrar en la ciudad, y usaremos de misericordia contigo.
Le dijo pues David: ¿Podrás conducirme a donde están aquellos merodeadores? Y él respondió: Júrame por Dios que no me matarás, y que no me entregarás en mano de mi amo, y yo te conduciré a esa gente.