Y era Jehová con Judá, de modo que se posesionó de la serranía: mas no tuvo ánimo para desposeer a los habitantes de los valles, porque tenían carros de hierro.
¶Volvíme, y observé que debajo del sol la carrera no es de los ligeros, ni la batalla de los fuertes; ni tampoco de los sabios el pan, ni de los entendidos las riquezas, ni de los inteligentes el favor; sino que el tiempo y la casualidad les tocan a todos ellos.
¡no temas, porque contigo estoy yo! ¡no desmayes, porque yo soy tu Dios! ¡te fortaleceré, sí, te ayudaré, sí, te sustentaré con la diestra de mi justicia!
Ahora bien, dame esta montaña de la cual habló Jehová en aquel día. Porque tú oíste decir en aquel día, que los Anaceos estaban allí, con ciudades grandes e inexpugnables. Jehová tal vez estará conmigo, de manera que yo pueda desposeerlos, como dijo Jehová.
Por lo mismo no podrán los hijos de Israel hacer frente a sus enemigos, sino que continuarán volviendo las espaldas delante de sus enemigos; porque han venido a ser anatema. Yo no tornaré más a estar con vosotros, a menos que destruyáis el anatema de en medio de vosotros.
Por lo cual Sísara juntó todos sus carros, novecientos carros de hierro, con toda la gente que tenía, desde Haroset de las Naciones al torrente de Cisón.
Y clamaron los hijos de Israel a Jehová; porque tenía Jabín novecientos carros de hierro, y había oprimido a los hijos de Israel con violencia durante veinte años.
Y salía David a dondequiera que le enviaba Saúl, y se manejaba con prudencia, en grado que le puso Saúl sobre hombres de guerra; y fué acepto a los ojos de todo el pueblo, y también a los ojos de los siervos de Saúl.