Y vosotros no le conocéis: yo empero le conozco; y si dijere: No le conozco, sería un mentiroso, como vosotros: pero yo le conozco, y guardo su palabra.
¡Ciertamente mi pueblo es necio, no me han conocido; hijos insensatos son, y no tienen inteligencia; sabios son para hacer el mal, pero nada saben de hacer el bien!
Y doblan sus lenguas, como arco suyo, para arrojar mentiras; son valientes en la tierra, mas no para la verdad; pues proceden de maldad en maldad, y no me conocen a mí, dice Jehová.
Todas las cosas me han sido entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre; ni al Padre conoce nadie, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quisiere revelar.
Todas las cosas me son entregadas por mi Padre; y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quisiere revelar.
Ellos, pues, le dijeron: ¿Dónde está tu Padre? Jesús respondió: Ni a mí me conocéis, ni tampoco a mí Padre: si me conocierais a mí conoceríais a mi Padre también.
Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre quaréis cumplir. Él fué homicida desde el principio, y no permaneció en la verdad, por cuanto no hay verdad en él. Cuando dice una mentira, de lo suyo habla, porque es mentiroso, y padre de mentiras.
Los judíos, pues, le dijeron: Ahora sabemos que tienes demonio. Abraham es muerto, y los profetas; y tú dices: Si alguno guardare mi palabra, no probará jamás la muerte.
Porque pasando por la ciudad, y observando los objetos de vuestro culto, hallé también un altar en que estaba inscrito: AL DIOS NO CONOCIDO. ¡Al que vosotros adoráis, pues, sin conocerle, a ése os anuncio!
Porque Dios que dijo: Resplandezca la luz de en medio de las tinieblas, es el que ha resplandecido en nuestros corazones, para darnos la luz del conocimiento de la gloria de Dios, en el rostro de Jesucristo.
El que cree en el Hijo de Dios tiene en sí mismo el testimonio; el que no cree a Dios, le ha hecho un mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que ha dado Dios respecto de su Hijo.
He aquí, yo haré a los de la sinagoga de Satanás, a los que dicen que ellos son judíos, y no lo son, sino que mienten: he aquí, los haré que vengan y se postren ante tus pies, y sepan que yo te he amado.