En aquella hora dijo Jesús a las turbas de gente: ¿Habéis salido a prenderme, como a un ladrón, con espadas y con palos? Todos los días me sentaba en el Templo, enseñando, y no me prendisteis.
Y los jefes de los sacerdotes, recogiendo los siclos de plata, dijeron: No es lícito echarlos en el tesoro de las ofrendas, porque es precio de sangre.
¶Y estando Jesús sentado enfrente del arca de las ofrendas, miraba cómo el pueblo echaba dinero en el arca de las ofrendas: y muchos que eran ricos echaban mucho.
Y llamando a sí sus discípulos, les dice: En verdad os digo que esta viuda pobre ha echado más que todos los que han echado en el arca de las ofrendas;
Y los escribas y los jefes de los sacerdotes procuraban echarle mano en aquella misma hora; mas temieron al pueblo: porque percibieron que contra ellos había dicho esta parábola.