Los alguaciles respondieron: ¡Jamás habló hombre alguno como este hombre habla!
Y todos le daban testimonio; y se maravillaban de las palabras de gracia que salían de su boca, y decían: ¿No es éste el hijo de José?
Y quedaban atónitos de su enseñanza; porque su palabra era con autoridad.
y he aquí que habla con libertad, y no le dicen nada. ¿Será acaso que los gobernantes han sabido verdaderamente que éste es el Cristo?
Los fariseos oyeron al pueblo murmurar así respecto de él; y los jefes de los sacerdotes y los fariseos enviaron alguaciles para prenderle.