¶Vinieron, pues, los alguaciles a los jefes de los sacerdotes y los fariseos; y éstos les dijeron: ¿Por qué no le habéis traído?
Y Pedro le seguía de lejos hasta el patio del sumo sacerdote; y entrando dentro; se sentó con los alguaciles, para ver el fin.
Mas algunos de ellos fueron a los fariseos, y les dijeron lo que había hecho Jesús.
¶Por tanto los jefes de los sacerdotes y los fariseos reunieron el Sinedrio, y dijeron: ¿Qué hacemos? porque este hombre hace muchos milagros.
Los fariseos oyeron al pueblo murmurar así respecto de él; y los jefes de los sacerdotes y los fariseos enviaron alguaciles para prenderle.
Esto lo dijeron sus padres, porque temían a los judíos; porque los judíos habían ya convenido, que si alguno confesara que él era el Cristo, fuese echado de la sinagoga.